Subido en una escalera metálica, apoyado en la estrella más cercana al sol, peldaño a peldaño voy superando el miedo a las alturas para poder rozar uno solo de los rayos de ese trazo impreciso que es el dibujo de un niño.
Vaporosas nubes grises se transforman en siluetas conocidas que me saludan, que atravieso mientras acarician por detras de mis orejas susurrando que las estrellas pequeñas son más faciles de conseguir, siempre quietas en su balcón de cielo. Y las miro sin desearlas, sabiendo que si sería más sencillo recoger un puñado y echármelas al bolsillo, para regresar por propio pie a la tierra, pero no quiero puntos de luz. Así que continuo mi ascensión por un metal cada vez más rojo, sin que me abandone la idea que me ronda hasta llegar allí donde no puedo continuar.
Miro mi anhelo, solo alargar el brazo y acariciar su amarillo, soñar despierto. A menos que resbale, que pierdo el equilibrio que mi esfuerzo sea vano- ¡No ha de serlo!- con cuidadode no quemarme recojo la pequeñez que sostiene la escalera la guardo, y siento que agujerea mis pantalones escapando, arrancando rabia que dejo allí en recuerdo de lo que nunca olvidare, que la muerte de una caída me privo de arder cuando yo asi lo quise.
LaRataGris.







