La casa de los espejos

EL HOMBRE QUE NO QUIERO SER

No quisiera que todo lo que dije fuera palabrería vacua. Cascadas de sonidos que se pierden en la corriente de gente sorda. Y, aún así, que he hecho por conseguir uno solo de mis sueños. Si yo mismo no quise escuchar lo que decía. Fui actuando sin pensar que traicionaba mis ideales. Prospere, Amase parte del dinero que critique, incluso lo hornee para que la masa creciera. Cubrí mis pensamientos con trabajo, hipotecas, niños y algo de ilusión en forma de lotería. Escondí los espejos que me enseñaban las canas y arrugas; el ombligo que tapa pies de sátiro.

El alcohol sustituyo la desilusión de los primeros días, la tele por cientos de libros que consumían mi alma en depresiones. Mis cuerdas vocales se transformaron en trompetas y cohetes cuando retransmitían un partido de fútbol. Mis anhelos, llegar a fin de mes. Una carcasa hueca como la de cualquier cobarde…- escucha su mujer la retahíla de este loco al que no reconoce.

Lo mira aterrada, en aquella vieja atracción de feria- ¡ Max!- Mientras el esta en otro mundo, aquel gris que se ve reflejado en el espejo.

Sólo el esfuerzo de tres hombres consigue alejarlo; recuperar su alma para el engranaje que siempre debe rodar en la misma dirección. Después cerraron la casa de los espejos.

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La casa de los espejos no es más que un recinto circular, repleto de espejos, que no para de girar para desorientar así a las gente que entre en su laberinto. Sus paredes reflejan infinitas salidas falsas por las que intentar huir. No importa cual escojas, lo peor siempre se encuentra mirando lo más profundo de tu ser.

LaRataGris.

 

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