Historia inventada de la revolución

El tres de enero de mil veinticuatro, sin que nadie pudiese entenderlo, cambio el paradigma.

La vida, comprendida como tal, viró y un cometa anunció la buena nueva.

Isaac regresaba a casa, cerca de la posada de los cuatro vientos, cuando un creyente le versó en las ventajas del orden restablecido. Complacido con los palabras abandono sus viejas costumbres en una cuneta y consagró el resto de su existencia a fingir amor y libertad.

Todo parecía funcionar bien hasta que, entrados en el siglo XII, Esteban el hereje quiso desestabilizar los cimientos de la joven iglesia pentaciclomoral. Aparentemente sin éxito. Apresado y purificado por el fuego, el movimiento falló estrepitosamente. Fue desapareciendo hasta que su nombre solo fue una nota a pie de página y una estatua de un señor sentado en un banco, con la siguiente leyenda:

«Este banco está ocupado por un hereje y su Judas. El Judas no tiene perdida y del hereje, el nombre, ha sido pronunciado».

-Los cambios cuestan- Siglo XXI, recita el pequeño al habérselo escuchado varias veces a su padre-, hay revoluciones que fallan, que no ves, pero al menos permiten reflexionar… si quieres, aunque casi siempre prefieren quedarse con la tontería.

LaRataGris

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