Privilegiado

Un instante después se cerraron las puertas para que nadie pudiera salir, también para que no pudiese entrar cualquier indeseable.

El mundo se había dividido entre los que vivían dentro y los que hacían cualquier cosa por sobrevivir a la intemperie.

Y no solo existía aquella división. En el interior de la casa volvía a haber dos grandes grupos; los que habitaban el ala este: bien comunicada, fresca en verano, calentita en invierno; y la purría al otro lado, lleno de humedades y penurias, estos eran los esclavos de los primeros.

Pero existía otro privilegio más entre el primer piso y el de más arriba. Las vistas, las ventanas, los balcones, las terrazas. Claro que no todas tenían lo mismo. Algunas terrazas con barbacoa, piscina, jardín…

Y, al final, en esta pirámide, habita un privilegiado que mira todas las divisiones, que se ríe.

LaRataGris.

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