Los muertos de hambre

-¿Quién eres? – preguntó el fantasma triste, con la mirada lánguida y el cuerpo caído en desgana.

– Henry – respondió el nuevo aspirando la hache hasta convertirla en una ge. Había muerto hacia poco y desconocía los códigos y fórmulas de cortesía.

– Yo soy el fantasma triste- le dijo el primero-. Llevo aquí mil años y he visto de todo.

Sin nada más que decirse cada cual ocupó su rincón de muerto.

La casa estaba llena de apariciones que, como ellos, se habían ido acumulando tras tantos años de existencia.

– Oye ¿tú sabes cuando se come aquí?

No hubo respuesta. Allí ya no se comía, en aquel lugar se presentaban a veces y luego se quedaban callados, siempre en silencio.

LaRataGris.

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