El escritor se sintió atado a las estructuras del texto. Las frases, los signos de puntuación, la acción de los verbos y el sujeto delimitado por adjetivos. Todo parecía pelear por un sentido mayor y, por eso, pillado en una contradicción, decidió apretarse un poco más para que las cadenas autoimpuestas le hicieran libre.
Se obligó a sus propias normas y decidió, cumplirlas a rajatabla: ¿Eres capaz de escribir un relato completo con una sola vocal?, se retó.
En medio de la página escribió, dibujó, en color rojo, una A mayúscula rodeada por un círculo y lo presentó al mundo.
Los anarquistas entendieron enseguida el guiño y construyeron su propio relato desde allí; hubo otros que hablaron de una arroba mayúscula, de un internet más maduro, alejándose de las naderías modernas pero, también, existierón las voces críticas: surgieron los que afirmaron que aquello no era un relato, era una suerte de humor gráfico, una tontuna, un yo no se que que je ne sais pas. Los editores que ¿Qué cómo ostias lo vamos a editar?
¡Ay!- gritaron los fans del sonido para congraciarse y luego se quejaron ellos mismos de que no era tan latina como esperaban.
– Siempre margináis a la u- lus utrus.
Lo tildaron de vocalista por no integrar las consonantes en su ecuación y, otros, le acusaron de escribir para minorías por lo mismo.
Se abrieron sesudos debates:
– La A simboliza al lince, idiota.
– No seas absurdo, subnormal. La A es la forma de caminar del compás.
También hubo quien lo reescribió todo y habló de la tristeza, del amor, la lujuria. Había aproximadamente una opinión inexacta por persona y, eso sí, alguno que se adscribía a cualquier definición lanzada con una mínima vehemencia.
Los vendedores de libros pidieron ediciones especiales, una segunda parte, complementos en revistas especializadas; con entrevistas y análisis pormenorizados.
la continuación podría ir de la E en semicírculo, tal vez un viaje al futuro del abecedario donde, estamparía una zeta morada externa a un triángulo.
Pero el escritor se sentía satisfecho. Exhalando un fuerte suspiro pensó en volver al corsé de las reglas oficiales, al menos de momento, mientras perdía la ocasión.
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