Por un segundo la cola pareció detenerse por demasiado tiempo. Una eternidad frente al jardín, sin poder entrar. Él, que era el siguiente, empezó a desesperar cuando cerraron la puerta y leyó en el cartel: Disculpen las molestias, la visita se reanudará en breve.
– ¿ Qué pasa?
– Están arreglando un desperfecto. En seguida volveremos a abrir- le dijo el de seguridad.
Su reloj continuó una carrera que estaba a punto de perder; la eternidad parecía ir más rápida que aquella maldita cola.
– Ya puede pasar- Un operario le franqueó las puertas del cielo sin demasiado entusiasmo.
Dentro, en un cuadrado de uno por uno, empezó a respirar la felicidad. Alfombrado con césped natural natural y tres margaritas diseminadas entre las hojas verdes. Aspiró hondo mientras pasaba y salía por la puerta de en frente.
– Siguiente – escuchó del otro lado mientras el pensaba: Espero que sea suficiente hasta que pueda volver de nuevo.
LaRataGris







