La muerte amada

Selina dejó las llaves en el mueble del recibidor, se quitó los zapatos, se quitó la ropa y se tiró en el sofá sin siquiera pensar en ponerse el pijama.

Alberto seguía muerto, donde lo había dejado al irse a trabajar, dándole a los botones del mando; mientras su elfo oscuro brillaba en la pantalla.

-¿Cuando has llegado? No te he oído entrar – Preguntó sin apartar la mirada del videojuego.

– Acabo de abrir la puerta ¿Has comido algo o te has pasado el día incrustado en los cojines?

– Pues – pensó – Si ya estas aquí debe ser lo segundo.

Con desgana le preparó algo rápido, lo puso frente a su hocico.

– ¿ Cómo te ha ido el día?

– Trabajar es un puto asco

– Ya.

Sin más palabras murieron frente al televisor por lo que quedaba de día.

LaRataGris

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