A estas alturas ya se ha escuchado todo lo habitual sobre las elecciones: la ingente cantidad de palabras que justifican la victoria de los unos sobre los otros, los discursos del bando contrario explicando justamente lo opuesto e incluso los perdedores sin paliativos celebrando una victoria pírrica.
Una vez más todos han ganado y se sienten legitimados para comportarse como niños pequeños, discutiendo en el patio del colegio por ver quien se queda con el arenero.
Pues señores, escasas señoras, me complace informarles que los gatos utilizan de retrete su objeto de disputa. Les deseo, de todo corazón, que cojan un buen puñado de tierra y se lo lleven a la boca con sorpresa incluida, igual que hacen esos niños de los que les hablaba.
Mucho me temo que poco ha cambiado bajo el cielo del imperio y, de producirse alguna transformación significativa, sólo servirá para que no cambie nada.
No hay tanques en la meridiana, señal de que todos celebran el statu quo, señal de que el proceso continua donde todos los partidos necesitan.
Con lo divertido que hubiese sido escuchar algo nuevo para y por la gente y lo aburrida que acaba siendo la política siempre.
LaRataGris