En el país de los gigantes casi toda la población es ridículamente pequeña. Sólo un uno por ciento puede presumir de ser tan brutalmente descomunal que el suelo tiembla de miedo cada vez que camina.
El resto vive supeditado a como se comporte la minoría, temiendo que un día se pongan a bailar o saltar a la comba sin aviso previo. La actividad del país gira entorno a los poderosos seres que, conscientes de su fuerza, exigen locuras a sus diminutos súbditos.
– Cada día estoy más cansada de estar oprimida.
– Os acordáis- dijo una niña pequeña- cuando entre todos los liliputienses consiguieron atar a Gulliver. Aunque luego se escapara por unos minutos fueron dueños de su destino.
-Tal vez…
– Más comida- grito el gigante
-Más madera- se fraguaba la revolución.
LaRataGris