Dejó los pinceles sobre la mesa y su mundo desapareció. La realidad era tan aburrida, carente de reinterpretaciones que la hicieran crecer. Allí, fuera de su infinito de colores, no era más que un humano pequeño, una mota de polvo.
Sus manos empezaron a temblar asustadas, sus ojos, empañados, le suplicaron que recuperase sus herramientas- y, -sus labios agrietados intentaban ordenar el torrente de ideas que golpeaban su cabeza- y si mientras nos alejamos destruyen nuestro interior.
El pincel volvía a bailar entre sus dedos- yo- era una palabra tan difícil de sacar. El exterior rugía hambre, existían compromisos previos- yo- obligaciones, trabajo, sumisión- Yo- se pintó una sonrisa de color verde- yo….ya comeré. Ahora quiero pintar, estar vivo en el desorden de trazos mal dados. Mi mundo necesita crecer- y de un portazo abrió la puerta al país donde quería ser enterrado.
LaRataGris