Hubo un momento en el que el poder tembló. se levantó una suave brisa y los pilló a destiempo, sin su rebequita para la madrugada.
La gente tomó las calles pero duró poco. Las plazas se quedaron desiertas. Todo aquel esfuerzo de gente empujando horizontalmente, desgastando los pilares del poderoso sistema, miró hacía arriba, a su nuevo dios.
-Nosotros-gritaron los autoelegidos desde la improvisada tribuna- os representaremos ante los otros lobos.
Así fue como los que mandaban creyeron descubrir la manera de reeducar el curso de la historia. Crearon su propio partido, de signo contrario y diversificaron los votos para que nada pudiese ser.
Fragmentados, no quisieron cometer errores y lanzaron todo el odio que consiguieron coger:
“Son radicales, no tienen experiencia, sus amigos son payasos en un circo sin animales, mantienen relaciones extragubernamentales con políticuchos de Alfa Centauri y ofrecen niños en rituales electoralistas”. A la vez lavaron la imagen de uno de los de siempre .Le dieron proyección y vendieron la idea de que sobre su centro habitual sería sobre el que rotaría un gran cambio de eje.
-Tras el fracasado intento de refundar la derecha- gritaban- ante radicalismos de una izquierda trasnochada en su novedad, nosotros somos el centro oscilante. Decimos cubrir toda necesidad y no como esos populistas que defienden a la purría que nadie quiere. Fracasados. Como vosotros si no nos votáis.
Así lo dejarían todo igual para vendernos una transformación de cuento de hadas. y lo que no, la culpa es del feo.
LaRataGris