Había sido un día duro. Aunque no muy diferente a cualquier otro, esta vez estaba más sensible. Las mismas rutinas y sonrisas, era un cansancio psicológico.
La gente parecía estar bien en sus vidas sin sol, a la sombra de los monstruos de cemento.
-¡Oh, Quijote!- gritaba a su interior- Si te hubiese tocado nacer hoy, con todos esos mastodontes encarcelando nuestra existencia.
Irene recogió algunas piedras del suelo, acarició su piel fría, tan dura y rugosa. Los pedruscos siempre llamaban su atención, parecían susurrarle un cuento de cristales rotos y fuego- No debes hacerlo- se pidió mientras apretaba con fuerza el puño- Debes esperar el momento adecuado- Guardo los proyectiles en el bolso, vigilando que nadie la viese.
-Ojala ellos recojan la misma munición que yo. Mañana puede ser un buen día. El futuro es repetitivo y yo, todos, estaremos más cansados de esto, de la quijotada.
LaRataGris