Mi hombre lobo

Estaba sola. se le notaba en la mirada, perdida en los lugares comunes.

Las calles empezaban a ser todas iguales, cada esquina era como la que había dejado atrás, y cada hombre parecía un cazador peligroso. De repente vio una señal de metro- Los metros-pensó- Siempre van a algún sitio, aunque no sea un buen lugar- Aceleró el paso intentando que la parada no se le escapase, ahogada por la gente que se la lleva como la marea. Allí seguirá sola, pero en una estación calentita.

-¿Dónde vos tan deprisa, Caperucita?-Un hombre lobo ciego la miraba con los ojos turbios y las intenciones sucias

-¿Caperucita?- el nombre no parecía decirle nada, pero sintió que era mejor que estar perdida, aunque se equivocase. Se echo sobre él , llorando miedo, mientras la parte más lobo mostraba sus dientes manchados de malas ideas, terriblemente afilados.

-Ven conmigo, pequeña flor. Ven a mi madriguera.- le dijo acercándola hasta su pecho cálido- Ven a mi mundo, pequeña.

LaRataGris

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