A las siete, los poetas del reino, recibían un dossier informativo con todos los temas a tratar. Tienen subrayadas las palabras clave, las que mejor pueden rimar y cuatro directrices, muy básicas, sobre como hacerlo bien, para que el poema no se atragante en cabecitas poco habituadas a pensar.
Casi sin la necesidad de acabar de leerlo, comienzan a clamar- ¡Que grandes logros! ¡Perfectas intenciones en los nuestros! ¡Los nuestros! ¡Nuestros buenos chicos!; que maldad, en cambio, en aquellos otros tan malvados, malos, malos, malos.
-0h, gran señor que nos gobierna,… – y desde ahí continúan clónicos y aburridos, rellenando hasta el próximo dossier.
LaRataGris