-Niña,- la llamó el Sultán- ven aquí- La pequeña se acercó hasta el amo y con la sonrisa del miedo agacho la cabeza
-¿Si, Sultán?
-Has de explicarme una historia-y acto seguido se tumbó entre cojines y sábanas de seda- Cuéntame de nuevo como Simbad surcó los Siete mares.
Escuchó más de mil cuentos, en más de mil noches repletas de magia. Le gustaba tanto aquel entretenimiento que un día le supo a poco. Necesitaba escuchar constantemente la voz de Sherezade, incluso mientras ella dormía, a la hora de comer, desde el baño,…
-Tienes que decirme cual es tu secreto, ¿dónde guardas todas esas palabras que tejes para mi?
-No hay ningún secreto- le dijo la niña- están dentro de mi y solo dejo que mis labios no las retengan.
…
Pasaron dos días en los que el Sultán apretaba su barriga, intentado que no solo salieran flatulencias de sus entrañas. No consiguió nada, ni aunque comiese los más delicados manjares. Sus palabras, simplemente, no eran tan bellas como las de la niña.
– ¿Verdugo?-gritó-¿verdugo?- siguió gritando hasta que apareció con su hacha envenenada
-¿Sultán?- mostró su debido respeto-¿qué puedo hacer por vos, mi señor?
-Abre en canal a Sherezade, de la forma mas delicada posible. Busca en su interior donde esconde todos las maravillas que me cuenta
-Pero…señor- No sirvió de nada. El Sultán estaba tan decidido que la niña murió. Después mató al verdugo por, evidentemente, esconder para él lo que sea que tuviera Sherezade en su interior.
…
Muerta la niña el Sultán intentó recordar todos los cuentos, le dijo al escriba que los transcribiese todos. Pero no funcionaba por que él no sabía maravillar, solo maravillarse.
LaRataGris