La entrada había sido acondicionada para que todos pudiésemos pasar, uno a uno, sin empujar, respetando el orden preestablecido.
Aunque siempre había quien gritaba tener más derecho a ser el primero. A ese, si no tenía dinero que respaldara sus argumentos, se le ponía al final de la cola por pendenciero.
Toda la humanidad, incluso la más inhumana, teníamos que entrar en aquel oscuro túnel mal ventilado. Nos apiñábanos esperando, con está esperanza, que todo hubiese sido un sueño. La fila era enorme, llena de familias inseparables y lobos solitarios, todos nerviosos y asustados, siempre así desde que tengo uso de razón. Nacemos y, evidentemente, morimos esperando la salvación al mal supremo. Es la existencia que nos ha tocado y así quieren que la creas, sin reflexiones.
LaRataGris