Lentamente fue tranquilizándose. se sentó en el suelo y le pidió a su corazón un poco de calma.
-¿Estas bien?- era como un maniquí sin rostro, inexpresivo, carente de emociones. Le sorprendió que aquel «objeto» fuese lo único que se preocupase por él
-Si- le respondió con el rostro deformado aún por el terror-¿Qué era eso?
-No lo se- el maniquí caminó por la pequeña habitación hasta que estuvieron pegados , algo no muy difícil en aquel cuchitril. Con movimientos mecánicos empezó a acariciarle el pelo, intentando espantar los malos pensamientos.- Yo he llegado como tu, sin saber ni el como ni el por qué. Pero ya he aprendido a no preguntar y quedarme en mi sitio. De tanto en tanto traen comida, a veces aparece alguien como tú, huyendo de él, relajate y el tiempo en el que sobrevivas estarás más contento. Ven, aquella esquina es la mejor donde estar.- Su dedo señala un recoveco en el que la oscuridad oculta sangre seca, huesos humanos y un hacha- Allí es donde preparo la comida que me traen, allí es donde despiezo la carne fresca. El amo siempre provee si no te quejas. Ven, seras feliz mientras estés vivo
LaRataGris