Hay, evidentemente, distintos tipos de locos. Los hay maravillosos, de una sensibilidad desbordada. Estos no suelen encajar en esta humanidad deshumanizada.
Los hay discretos, asustados de ser descubiertos y encarcelados entre cuatro paredes blancas, por ser raros. También los hay que se abrazan a su rasgo distintivo y pintan una bandera que solo sirve para llamar la atención.
Hay tantos que me olvidaría de nombrar a alguno de mis amigos. Bellas personas.
Pero no quisiera dejarme a uno al que no quiero. El loco integrado es horrible. Me molesta. Orgulloso de su demencia la convierte en un arma de normalidad arrojadiza. No aporta verdadera diferencia, no aporta ninguna diferencia, se limita a perpetuar el status quo, se inmola por vete a saber que. El régimen se aprovecha de su salvajismo, lo redirecciona.
Hace suyos sus argumentos, justifica sus idas de olla. Los reconocen como sombras propias y los jalean aumentando sus oleadas de tensión.
Son estabilizadores terribles, a los que no les importa llevarse por delante a cualquiera. El miedo encumbra sus mierdas.
¿Qué mundo más loco nos dejan? ¿qué nos permiten a los verdaderos dementes? ¿solo obedecer o… podremos cambiar la realidad? ¿al menos intentarlo?
LaRataGris