Habían perdido el norte. Su brújula siempre marcaba una línea recta, de poco importaban los obstáculos o que eso les hiciera girar siempre en círculos.
Mokombo golpeó el cristal con la esperanza de que la aguja se moviera, aunque solo fuese un poquito.
No hubo suerte, estaba justo donde le señalaba y no le parecía el lugar adecuado.
-¿Cómo hemos podido llegar hasta aquí?- se lo preguntaba a el mismo pero, Lola, viendo la desolación en sus labios le respondió con un abrazo.
–Vamos a sobrevivir- y, en aquel momento, algo peor que la muerte es el no estar vivo, solo sobrevivir .
Ninguno de los dos fue consciente de lo que realmente duraron los días venideros. Fueron espectros haciendo todo lo necesario para levantar el campamento, fingir una ocupación, conseguir sobras y ropa usada.
Mientras, el niño, se perdía por cada rincón del yermo. Resultaba sorprendente que pudiese encontrar, ni que fuera, una sombra para cobijarse. Él aun no había renunciado a la esperanza.
Pasaba largas horas mirando el sur por el que habían llegado, ese era su norte, no este asentamiento en el que tendría que crecer.
Mantendría esa mirada hasta poder crecer sobre aquella idea. Toda su lucha sería por regresar a su destino, a la misma decepción que habían encontrado sus padres.
LaRataGris