El cuento no era gran cosa, quizá por eso era tan buen cofre. Una historia de príncipes y princesas, de corte clásico. Ella: meliflua, enfermiza; él: gallardo, apuesto, salvador.
No aportaba nada a la realidad excepto una pequeña llave escrita. Ningún adulto era capaz de distinguirla, incluso a algún niño se le escapaba que en la frase «… Era un canalla veterano en mil refriegas» Justo allí, se escondía la llave.
Era la presentación del malo, malísimo. Resulto ser más progresista que los buenos.
Al leerlo de forma rápida y apresurada se desdibujaban las palabras y, sobre los páginas del libro, se formaba una pequeña puerta por la que solo cabía un cuerpo de pequeño. Necesitabas imaginación para poder abrirla pero quien la veía ya no podía cerrarla.
LaRataGris