Antes era diferente. Tocabas para nadie, para una o dos personas; con mil soñabas en el mejor de los casos. Salías comiéndote el escenario, destrozándote la vida por que si no parecía demasiado muerto todo.
Hace tiempo que te has quedado como secundario de lujo, corista fugaz en recuerdo de viejas juergas, de las que nunca se recordaba el final pero si la camaradería del principio.
Colaborador de mirada ausente.
Las casas de discos te mantienen a la espera de que una sobredosis les permita hacer dinero reeditando una discografía que poco o nada ha aportado a la vida hasta ahora.
Descanse en paz, cuando le permita la maquinaria.
LaRataGris