El pueblo de los dorados

Todos podemos ser un elfo. Vestirnos de forma volátil y afilar nuestras orejas con una sencilla operación. Actuaríamos como si fuésemos uno con la naturaleza, construyendo un pequeño bosque en el balcón de casa para pasar allí cada hora libre de la que dispongamos.

Podríamos hablar con pesada afectación, en un lenguaje inventado. Charlaríamos sobre como el mundo humano se come la realidad de los viejos tiempos de luz, lo tiñen todo de gris y, con otros iguales, trazaríamos un plan sencillo para salvar a la madre tierra.

Es tan fácil, todo el mundo puede ser un elfo, con o sin disfraz. Fingir causas nobles e inventarnos un crepúsculo lejano. Sin embargo, hemos decidido ser luces que se apagan.

LaRataGris

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