Para el primer poema escrito no existían rimas ni musicalidad. Carecía de reglas que lo encorsetasen. Sentimiento y algo de sangre.
Los poetas, no tenían ese nombre, troceaban su ser. Ya llegarían los tiempos de vestirlo todo con razón. En aquel entonces solo era verdad; era volar sin alas, aterrizar sin freno.
Un te quiero susurrado, odiar de forma desmesurada, describir el viento, las estrellas… la letanía de la muerte, un cerezo,… Mamut, alud.
Sin reglas respiraban y exhalaban lo bello y lo terrible. Todo estaba permitido.
-Fijémonos en la estructura, contemos el número de silabas. Ojo con los signos, institucionalicemos la belleza.
Siempre existe quien, carente de alma, prefiere encerrar las ideas en cárceles de normas. Es su forma de destacar, señalando al que libre decide no cumplir las férreas directrices, al que es poeta pero se le ha olvidado sacarse el carnet de manipulador de rimas. Así escribieron un quinto poema y el décimo e infinitos muy correctos, muy de poetas profesionales.
LaRataGris
atentos a la última norma de la poesía nos perdimos en no mirar todo el camino