Memorias de un pez cualquiera

La memoria de un pez octogenario se limita a los últimos segundos de vida.

-¿De qué estamos hablando?

Nada por instinto y responde preguntas como una flecha, sin apuntar.

No sabe más por viejo, no importa en la inmensidad del océano.

Tiene una revelación; el sentido de la vida se abre ante el como un libro mágico. Comprende cada uno de los engranajes que hacen girar el multiverso, descubre la fórmula que lo hará inmortal, la felicidad infinita.

Por un instante su rostro se ilumina y, un segundo después, de nuevo nada.

se pregunta «¿de qué estamos hablando?.»

La memoria son los pocos segundos que atesora y luego desaparecen arrastrados por la Corriente.

LaRataGris

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