El día no podía empezar mejor. La noche se había consumido como la llama de una vela, escapando en aromáticas volutas de humo.
El gran conejo blanco se sentó a mi lado, saboreando la mañana. No teníamos prisa y el mundo, por un día, iba a ser un lugar maravilloso.
LaRataGris
This entry was posted on 29 diciembre 2020 at 9:51 and is filed under 0. Portada, 2. cuentos. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.
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