Danzan dos gigantes, giran contrarios al mundo.
Mueven sus brazos gráciles como plumas cayendo acunadas por la brisa. Bailan felices, permiten que sus cuerpos se rocen mientras países tiemblan y caen cordilleras.
Dulce placer, piensan los medianos embriagados por el arte. Pagan un salario por asistir en primera fila a la destrucción de su raza.
-Bienvenidos al final de un ciclo- gritan los Vendedores de entradas-. Sonría para la foto final, solo veinte billetes.
De repente fluye la vida, se crea con la cópula salvaje de los gargantuescos seres. Llegaran nuevos bailarines, modificaran el planeta a su ritmo; lo harán propio mientras que nosotros solo podremos chasquear los dedos con el dumdum de sus pisadas. Pudimos ser amigos de los gigantes, pudimos y preferimos la destrucción del espectáculo.
LaRataGris