El jardín de la reina

– iAlto!- le gritó la reina de corazones a la abeja- ¿Dónde crees que vas con el néctar de mis flores?

El insecto paró sobre un tallo de hierba fresca y chapurreo en un idioma que le era ajeno a su majestad.

-Es comida para mis hermanas, es esparcir un manto de flores por todo el mundo.

-¡Detened a esa descarada!- gritó esta vez a sus soldados- ¡que no se lleve las semillas de nuestro mundo!

De infinitos lugares aparecieron ordenadas las fuerzas de seguridad. Cerraron el jardín de dentro afuera, también a la inversa. Taparon la luz del sol, frenaron los ríos que campaban libres por la tierra; detuvieron el aire pero no lo suficientemente rápido como para que la abeja no escapase.

Entendiendo que ya no podría volver dejó, como siempre, que de sus patitas fuesen cayendo semillas. A su paso se abrirían nuevos jardines, no delimitados por muros.

Mientras, la tierra de la reina de corazones, se marchitaría en su protectora prisión.

LaRataGris.

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