Al final toda la verdad no es más que la mentira que mejor a cuajado. La que a fuerza de repetirla se ha incrustado en nuestra realidad hasta convertirse en un veneno mínimamente respirable.
Compañera de la versión oficial. La vocea el locutor de turno, te la venden en la teletienda, de madrugada, con el sueño apagando tu pensamiento crítico. Te la ofrecen entre programa y programa, incluso durante el capítulo de tu serie favorita: su protagonista mira a la pantalla y te guiña la mentira. Sin que sepas que es publicidad, ni con la marca de: este continente contiene contenido promocional, volando por pantalla. Ni estallando en tu cara hueles el engaño.
Por eso a sus mentiras las nuestras, para que el mundo sea más agradable.
Al menos una mentira que nos respete, que nos mime, que la cuenten para nosotras y no contra nosotras.
LaRataGris