La guerra directa

La guerra comenzó como cae un grano de arena en el reloj de la vida. Una estampida en un campo de minas; tren sin freno, en línea recta, dispuesto a descarrilar en la ultima estación. Un susurro y todo cambia.

Según calculo morirían los necesarios, ni uno más ni uno menos; suficientes para declarar la victoria sin lugar para la duda.

Finalmente ganó el rey de la nada, perdió la gente. Un vencedor y millones de muertos.

LaRataGris

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