Tontín en el Tibet

Jenni miró los carteles emocionada, por fin empezaba la gira de presentación de su, viejo, nuevo álbum. Tras un año de reclusión; lápiz, tinta china, planchas de color y una tipografía sencilla pero efectiva: Tontín en el Tibet estaba listo para deslumbrar.

Diversas librerías la habían invitado a dar charlas, firmar ejemplares y hacerse fotos con los fans de Ergue.

Tras el fracaso de sus proyectos más personales había decidido ser autora tributo. Disfrazada con corbata y camisa, el pelo ondulado hacia la derecha, fumando la misma pipa que él, mientras dibujaba de forma clara y sencilla. Repetía una y otra vez los mismos álbumes, apenas cambiando algún nombre que, impidiese a los representantes legales de la obra del muerto, no se enfadasen. Solo Totín continuaba manteniendo su icónico nombre y su polo azul cielo y su perrito faldero y su amigo refunfuñón… algo que permitiese a los Tontinólogos ser felices en las interminables horas de firmas y llenase la nevera de la autora.

LaRataGris.

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