Silencio sabor soledad

No quedaba nadie en casa. El silencio oprimía al viejo como si toda su vida hubiese estado ahí, apretando, haciéndose un hueco hasta que solo él quedaba frío e inservible.

Encendió la radio para ver si conseguía autoengañarse con las voces, la música, los ruidos. Sonaba a un millón de años luz de distancia, en un tiempo perdido.

Lo apagó al instante, respiró de nuevo el silencio para que la nostalgia no lo llevase hasta la puerta de otra época, para que la soledad no volviese a tomar la iniciativa.

-¿Cuanto hace que estoy solo?- Se preguntó- ¿Cuantos años estuviste conmigo pero ausente?- Pregunta a los fantasmas.

Los platos quedan en el fregadero, los dientes negros adornan una sonrisa distante y apagada, se hecha a dormir con la ropa de la calle, abrazado a la desgana, soñando momentos que ya son imposibles.

LaRataGris

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