El pequeño gigante

Por supuesto que él era un gigante. El espejo no mentía y siempre tenía que agachar la cabeza en todas las casas para no darse con el techo. Podía respirar las nubes o bailar con las canciones de las estrellas y, aun así, los diminutos seres con los que compartía ciudad no le mostraban el debido respeto.

Si con un soplo de aire podía barrerlos de la faz de la tierra, si de un solo manotazo era capaz de matar a un millón ¿por qué no agachaban la cabeza?

Los pobres incautos lo trataban con normalidad, le saludaban, mantenían conversaciones en las que lo incluían sin huir despavoridos ¿Por qué?

-Es que-le explicó su mejor amigo- estamos educados en el respeto a la diferencia, no eres tan grande como crees y la vida no debería ser una lucha de humanos y gigantes, eso sería devastador para la tierra.

En ese mismo instante su cabeza exploto ante la revelación, todo tenía sentido. Empezó a verse como uno más construyendo un mundo mejor.

laRataGris

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