Hoy el metro ha llegado tarde y he tenido unos minutos para estar a solas conmigo, para mirar el reloj y preguntarme si llegaría a tiempo o tendría que avisar del retraso.
He repasado mi lista de tareas diarias: ¿Qué se me quedo ayer en el tintero? ¿Qué tengo siempre por hacer?
De repente anuncian la salida. Solo han sido dos minutos y las piezas de mi vida han caído, una tras otra, hasta no quedar ninguna en pie. Solo dos minutos y he tenido que correr, reaclimatarme, asumir el estrés de la impuntualidad. Dos miserables minutos que ojala no hubieran pasado. Mi vida en la estación, la tranquilidad de nunca llegar.
Dos minutos, que maravilla tener esos ciento veinte segundos para mi.
laRataGris