De vez en cuando venía a vernos sin avisar, como lluvia de verano, un chaparrón fugaz.
Abríamos la puerta de par en par y nos bañaba con su alegría y poca cabeza. Todo eran anécdotas, sinsentidos y explosiones de risa.
Como venía desaparecía, dejándonos en mitad de una aventura que no sabíamos continuar. Nos mirábamos en aquel exuberante bosque que no nos pertenecía.
Acabábamos apagando la ficción y nos sentábamos en el sofá a esperar la próxima lluvia en el sopor del calor.
laRataGris