Al principio no me fijé demasiado. Recuerdo que me hicieron gracia unas cabezas de oso, aunque quizá fueran osas, pintarrajeadas con spray negro por todas la paredes de la ciudad. S. Oso firmaba su autor, no entraré en si la firma sugería el género, yo lo imaginé hombre por todos estos años de educacion sexista.
Poco a poco fueron extendiéndose del extrarradio al centro, de una forma discreta, como si la casualidad fuera el motivo de su dibujante. Manchaban la monocromía habitual con colores cada vez más chillones, que impedían ignorarlos. Primero fue un marrón parduzco que se intensificó al rojo más hiriente. Estridentes verdes, y luego amarillos que parecían pedir que los mirase.
E igual que llegaron, en silencio, los borraron. Recubriéndolos con grises, apagaron la obra y abrieron la veda de caza. No quedó un solo animal, ni en el rincón más insospechado. Solamente el artista, también autodenominado oso, sobrevivió a la cruenta cacería. Tuvo suerte de que no le encontrasen, aunque es relativa cuando condenan tu trazo al mayor de los ostracismos.
En ese olvido, unicamente, podía ver la resistencia de restos esparcidos. Un ojo, una nariz que husmeaba entre los cadáveres masacrados. Hace nada descubrí unas pegatinas en las puertas de los metros. Sólo visibles cuando alguien las abre. Lo que no reconocí al principio, eran unos osos más angulados. Llenos de matices en su mirada. Uno se diría colocado, sorprendido, feliz, extrañado,.. y casi todos tristes por verse recluidos en el pequeño espacio del papel, o eso imaginé. Volvieron a multiplicarse, recordaron las paredes y fueron creciendo más y más en el colectivo de la gente.
Mostraban a un solitario, una familia feliz. osos albañiles cosntruyendo las paredes sobre las que los habían pintado, osos contra la guerra, enfrentándose a los gobiernos y a favor de la libertad. Cada vez más politizados sin que ningún partido los pudiese utilizar. Nadie sabe en qué se convertirán, ni el pintor conoce su futuro. Únicamente sabemos que alegran el paisaje, nos hacen pensar y a pesar de ser perseguidos sobrevivirán porque ya forma parte de la ciudad. Su autor vive en los dibujos del metro.
LaRataGris
Me ha parecido genial. Me gustaría ver mi ciudad llena de osos, con lo que amo a esos animalotes peludos.
Gracias, fijate seguro que te sorprende encontrando algun otro animal. Y a unas malas cogemos un rotulador y nos vamos de paseo jejeje
Que bello ha de ser vivir en el legado que se deja… que la gente se lo apropie y no permita que se olvide.
¿Aunque a la mayoría le llegue tras la muerte?
Hay gente que ni viviendo 100 años logra hacer algo que perdure.
Muy cierto, yo me conformo con vivir el segundo, el resto ya llegara 8P