Creciendo sola

Cuando Irene era pequeña, mucho más chiquitita de lo que eres tu ahora, diminuta como poca gente ha sido jamás, vivía en una casa tan grande que se podía perder intentando salir de una habitación.

También estaban allí un papa y una mama. O eso le habían dicho que eran aquellos señores que aparecían a la hora de cenar-somos tus padres- le repetían una y otra vez. Y claro, ella no tenía por que dudar de ellos.

Aunque, por lo que a ella respecta, Lola, su profesora, podía ser su madre. Siempre estaba jugando con todos los niños de la clase, les enseñaba a formar una fila y les regalaba pegatinas de colores si se portaban muy bien. También le ponía tiritas si se caía y le sonreía muy a menudo. Desde luego a ella le parecía mejor madre que la otra, como las que salían en los cuentos. Pero Lola le decía con una de sus grandes sonrisas- Yo no soy tu mami- y era algo que tampoco tenía por que cuestionar, al fin y al cabo, se lo explicaba alguien que siempre estaba por ella, nunca le mentiría.

Igual que Ismael tampoco era su padre. El le explicaba que eran hermanos, él el mayor, el listo, el que tomaba las decisiones. Por eso la llevaba y traía del cole, le preparaba la merienda, la bañaba,…la cuidaba hasta que llegaran los desconocidos a la hora de cenar.-Claro que lo son- tenía que confirmarle cada día- lo que pasa que trabajan mucho para que podamos ser felices. Seguro que dentro de poco nos habrán comprado toda la felicidad que necesitamos y entonces se estarán todo el día con nosotros- y por supuesto que ella no dudaba de esa verdad.

Cada mañana mama despertaba a Ismael con una apresurada sacudida, le soltaba un -Te quiero, lleva a tu hermana al parvulario- junto a la ropa limpia y salía como una exhalación, dejando a los niños listos para que empezasen a prepararse.

Más tarde Irene se hizo más grande, mucho más grande de lo que le hubiera gustado y, entonces, tuvo que trabajar ella para comprarse la felicidad que los extraños no supieron regalarle.

LaRataGris.

2 Responses to Creciendo sola

  1. Roci dice:

    Que lástima hacerse mayor y dejar de creer y recordar las cosas que de niños nos ilusionaban e importaban…las que nutrirán a nuestros seres queridos y ayudaran a estos a alcanzar la tan ansiada felicidad….

    Me apena mirar a mi alrededor y darme cuenta de los estragos que hace ¿el tiempo? en nosotros, como cambia la gente, cómo aunque sea ley de vida crecer… algunos olvidan que es lo verdaderamente importante..aunque parezca insignificante.

    Me consuela pensar, a pesar de la tristeza que esta realidad me provoca, que ella no olvidará cual será la necesidad a cubrir que hará sentir «bien» y seguros a sus pequeños…esos que le rendiran la mejor de sus sonrisas, que le brindaran los momentos entrañables que le alejarán de perder el verdadero sentido de la vida…que le devolveran de forma gratuita la felicidad que no pudieron comprar y engalanar…

    Que triste sería ver como el tiempo pese a todo lo que hagamos nos tiene vencida la batalla desde un principio y como sabría que ya habiamos perdido… nos dejaria toda una vida de ventaja…que triste seria no entender que eres tu y lo que haces con tu tiempo lo que marca la diferencia entre ser y estar vivo o estar, sin mas, hasta perecer…

    Yo no renuncio a ser pequeña y disfrutar como antes, reirme hasta que me duela el estómago sin causa aparente, bañarme en el mar los dias de lluvia y llenarme de arena completamente,, hablar con quien sea sin vergüenza ni temores…sonreir con los mios a mi lado mientras disfruto del paso del tiempo…que me regala momentos felices cuando menos lo espero…

    • laratagris dice:

      Sabes, a veces me pregunto que es lo que nos hace ser niños o adultos. ¿Dónde esta lo que nos diferencia? y somos nosotros mismos. Cuando nos sentimos completamente llenos, dejamos de interesarnos por conocernos, aprender, estudiar, comprender…nos dedicamos a rellenar la vida de momentos insustanciales que no significan absolutamente nada. Nos exigen que trabajemos, que hagamos cosas importantes como producir zapatillas de un color más bonito que el de la competencia, ese es nuestro gran logro cuando hasta entonces intentabamos descubrir el secreto de la vida… Cómo vamos si quiera a respetar a nuestros hijos si no somos capaces de respetarnos nosotros mismos, si pensamos que somos máquinas productoras antes que personas. No es lo que te quitan los años, són las cosas que dejamos de ver, de querer sentir…ains como siempre es un placer leerte Roci,gracias.

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