Mil novecientos veintisiete. – El ser humano, en su más alta concepción, es una máquina libre, capaz de de elegir sus propios errores. No necesita guía o amparo.- El congreso entero aplaudió la oratoria exquisita del hombre blanco. Vitorearon su nombre y celebraron la liberación de los esclavos. Nadie debía estar atado nunca más.
A cada uno de los individuos liberados les enseñaron el mundo, indicándoles con la palma abierta hacía donde tenían que caminar, la amplia extensión que se alejaba hasta el infinito.- pero, amo- surgían preguntas de quienes habían limitado su vida a estar en pequeños recuadros- ¿Que buscamos tan lejos? ¿quién nos dará de comer?
Algunos pedían azotes, ser tratados como perros y se humillaban para que no les dejase marchar. Era demasiado caro mantenerlos, pagar por el esclavo para luego tener que proporcionarle cobijo y alimento.- Eres libre- les iban diciendo- podrás firmar un contrato y podrás mantenerte con lo que cobres… Ya no nos perteneces ni tampoco tu manutención.
LaRataGris.