-Su sabor, monseñor, es delicado como una fragancia. Lleno de los matices de la especie, tierno de juventud.
El prelado humedeció sus finos labios con una lengua gorda y morada de sapo. Palmeando su enorme panza se dijo:
-No has de comer niños. Nunca están lo suficientemente hechos.
Si le importó su parte racional no dio muestras. Sazono la jugosa carne y le hinco el diente esperando que nadie échese en falta la suave y tersa piel del crio.
Un grito con cada cuchillada
-Me gusta poco hecha- le contestó a su conciencia.
-Te gustan los problemas- le recrimino su yo interior mientras retiraba los cubiertos.
El servicio fue impecable nadie notaría su ultima cena. Para el mundo estaba en ayunas, no habría más banquetes, no en los próximos días.
LaRataGris
Que horror 😭🤢
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Cierto 8/