Otra vez

– Buenos días

Había entrado insegura, pretendiendo fingir un aplomo del que carecía.

Querría haberse presentando entrechocando las manos.

– Sara, soy Saray

Evitaba los besos, las conversaciones demasiado largas.

Necesitó derrumbarse un par de veces en el baño, cuando analizaron su cuerpo con descaro, cuando le preguntaron:

– ¿Por qué quieres trabajar con nosotros?

Y ella tuvo que endiosar esa mierda de trabajo que le habían ofrecido. Entonces solía regalar una sonrisa y se disculpaba de forma tranquila, “Que suene tranquila”, se pedía nerviosa.

Fue un día de cuarenta y ocho horas y diez minutos. Pasó la primera criba, una segunda y le comunicaron que estaba preparada para sentirse así de lerda cada segundo de su vida.

Respira hondo, pensó, «olvídate del hambre y mandalos a la mierda»

LaRataGris

(si has estado antenta sabras que esto ya ha sido escrito otra vez)

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