Habían inventado una máquina ultra moderna. Hacia flip-flop y estaba a años luz de esas otras con sus flip-flip repetidos hasta la saciedad; ya, por suerte, obsoletas y olvidadas.
Todo el mundo quería su máquina fIip-flop nueva y, aunque no tenían la infraestructura necesaria para poder soportar el cableado; algunos ayuntamientos se pusieron a la avanguardia de la innovación comprando varias de ellas.
La gente miraba con admiración estos municipios y decían maravillados – Por fin puedo flip-flopear- mientras se abrazaban emocionados todos los vecinos.
Es cierto que muchas se quemaron el primer día, otras siguen ahí para criar malas hierbas y las hay que se desutilizan de cualquier otra manera.
El profesor Flip-flop Había inventado la flor de un día y la vendió por infinito y un poco más.
LaRataGris
Escrito por laratagris 






