Por si algún día se olvidaba se había grabado su propio nombre en la piel. Alberto, rodeado de hojas y violetas, en el antebrazo derecho.
El resultado, hortera incluso para él, merecía la pena. Todos le recordarían sin remedio.
Se había sentido un poeta mientras le indicaba al tatuador como acentuar las puntas de la A, mostrándole como cerrar la O y cuantas gotas de rocío dibujar sobre los pétalos.
-Quiero- Le dijo – que la gente lo lea y lo admire, que piensen: que bello.
Pasaba el tiempo, atenuaba el color. Su cuerpo entró en la decadencia de de la edad y la melancolía. Aunque nunca había parecido un hombre tatuado, con el único dibujo de su nombre, sus flores; ahora era aún peor. Con la piel triste empezó a vestirse como una persona que ha olvidado algo.
-¿Alberto?-se leía el mismo y se preguntaba- ¿Quién será ese Alberto?
LaRataGris
Escrito por laratagris 






