En un rincón en sombra, casi invisible, Doña Fernanda la araña, espera paciente. El tiempo es algo húmedo y pocos insectos se quieren adentrar en su casa, pero ella no tiene prisa.
-¿Me permite un instante?- Siempre se desliza sobre sus invitados, con algún saltito si el hambre se le hacia una eternidad y su presa estaba a tiro.
Si que, al invitado, lo empaquetaba en un instante, lo envolvía en fina seda pero luego lo reservaba hasta que tu estomago le marcase el momento de secarlo poco a poco. Nunca perdía su amabilidad, ni la sonrisa, pero no era cosa de un momento.
La mariposa, no la mas bonita de su especie pero si de colores fantásticos, ella, que ya había perdido algunos amigos en trampas similares, contesto rápida.
-Lo siento, tengo prisa – y en su empeño se arrancó las delicadas alas.
Apenas podía volar. La gente miraba su cuerpo tullido, preocupada de lo mucho que se había estropeado- Ahora, eres tan fea como yo-le dijo el gusano. fea e incompleta
La araña en cambio, invisible en su atalaya, no se preocupaba por lo horrible de su presa, a ella le preocupaba quedarse sin comer y que el resto de insectos aprendiese a escapar .