Su nombre era la contracción de dos nombres que se rompían, el susurro silencioso de una enredadera llena de flores marchitas.
Nos conocimos un mes de enero, junto al estanque.
Él llevaba a cuestas su vida triste mientras yo caminaba con cuidado por no pisar ninguna bomba.
La conexión fue inmediata; caímos muertos sobre el mismo lecho de hojas. Nuestras almas atrapadas en la tierra de los vivos y nuestros cuerpos sin poder tocarse, intangibles.
Mi nombre era el suyo invertido, mis ideas suyas también.
LaRataGris.
Escrito por laratagris 






