Escribe el poeta unos bises para el final de su concierto. La historia de siempre, la que le demanda el público: una y otra vez en bucle, con pequeñas diferencias en el quiebro de la voz, en el cansancio de su cuerpo….
Despedida
Las luces se apagan. Acaba el concierto y los poetas se retiran a sus esquinas. Quedan flotando algunas palabras y el público gritando a coro- otra, otra.
Nadie sale y la petición va desapareciendo hasta que la sala queda vacía. Es entonces cuando el rimador reaparece en la oscuridad y recita un soneto para los arañas y para las cucarachas.
Aplauden los chinches, se emociona el viento, que se enreda silbando entre los poros de la piel. Como una canción desesperada, esta, también se apaga y se respira una vida pequeña, o grande si se deja y quiere.
LaRataGris