¿Cuanto llevo aquí? – buscó en su recuerdo más lejano: llegando en un coche compartido, lleno de nada para que la despedida fuese más ligera.
Atrás quedaba la niñez, el pueblo- ¡Hola gran ciudad! – se repite como el primer día que llegó, solo que esta vez suena algo más triste y desesperada.
Se había pedido como lo cateta de una película a la que, hasta ese instante, le habían prohibido la modernidad. No era verdad, de pequeña había sido todo lo futura que quiso pero los bloques, cercanos al cielo, le quitaron el aliento con sus luces recortadas contra la noche.
Buscó el mensaje que le envió a su madre: Ya estoy aquí. Hacía cinco años y la ciudad ya la había vomitado varias veces.
Por un segundo dudo si llorar por la derrota o fingir que seguía luchando.
-Hola mama – puede que una llamada fuese suficiente, puede que la gente esté cansada de ser mangoneada pero no sepa como explotar. – Estoy cansada.
LaRataGris