A veces los retrógrados se disfrazan de “moderniquis”, claro que no son modernos. Con su piel pintada se imaginan paradigma de lo venidero, hablan con la propiedad del adivino y esperan que todos sigamos la senda que ellos trazan sobre una ya existente.
Hay momentos, cuando la costura se les marca, en que se justifican con la retórica del retrogrado. Sonríen y defienden su pincelada de color como suficiente cambio. No importa el uniforme ajeno si uno, el de ellos, es «auténtico».
Ten cuidado con acercarte o te comerán cuando la moda sea el canibalismo. No son estables en nada, excepto cuando se sienten acorralados y notan que han de volver a su refugio a mordiscos y dentelladas.
LaRataGris