La vida del mosquito

27 mayo 2024

En el número treinta y siete de la calle Delicias vive Andrea con sus dos hijos y un mosquito gordo, bien alimentado.

Cada noche, Andrea, duerme con los ojos abiertos, atenta al lugar del que proviene el zumbido. En la oscuridad el blanco de sus ojos son como faros que el insecto usa para orientarse.

Surca el viento de su respiración, esquivando uno y otro de los manotazos de la soñadora.

A veces el mosquito invita a varios amigotes y les permite picotear su sangre gran reserva; en esas ocasiones acribillan a los niños sin remordimiento, sin conciencia.

Andrea, desesperada, ya no sabe que hacer. El bicho tiene una tolerancia espectacular a los insecticidas y es capaz de esquivar sus aspaviento como si le leyera la mente.

Nada ni nadie parece poder detenerlo, no hay leyes, no hay moral que lo frenen. Sólo es un prodigio de la naturaleza que vive en el treinta y siete.

LaRataGris


Memorias de mosquito

23 septiembre 2013

No hay nadie más en la habitación; yo y un mosquito. El me narra como, con su forma insignificante, consiguió toda la sangre que quiso.

 

Memorias de mosquito

 

Dice el mosquito, no un insecto cualquiera, un bicho instruido, cultivado, de palabra elegante y convincente, un mosquito como no los hay que nos recriminó- …pues no soy solo yo, al menos no unicamente yo. También mis hermanos, incluso mis primos tigre, por pánico que os cause, tenemos hambre, queremos comer, necesitamos alimentarnos y tenemos derecho a subsistir. ¿ no veis que somos parte de la cadena trófica, que sin nosotros se tambalea el ecosistema? Es importante que dejéis de odiarnos, que nos permitáis hacer sin restricciones…por el bien de todos, eso es incuestionable.- Evidentemente hubo muchos otros blablaes, aquí se transcribe solo parte del discurso. Se gestaron infinitas frases con sentido, argumentos y palabrerías que, al que más al que menos, convencieron de abrir de par en par las ventanas, no manotear y compartir un poquito de vida aunque fuese un algo doloroso.

 

LRG

 

– Menudo sin sentido- le espeté- quien sería tan estúpido como para haceros caso solo por que si.- pero no hubo respuesta. Se alejó su pequeño zumbido sin que yo llegase a comprender que en esa historia una cucaracha me habría hecho entender mejor la sátira política. Pero no había tiempo para pensar, mi país me necesitaba.

 

LaRataGris