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17 julio 2020El último grano de arena del desierto
18 marzo 2009Un día el último grano de arena del desierto, aprovechando una fuerte ráfaga de viento, se marchó. Claro que por aquel entonces ni era el último ni fue importante su viaje. Hoy las dos cosas son de vital significación. La primera por convertirle en especie protegida y la segunda por que el irse lo salvo de la aniquilación.
Cuando se construyó la ciudad, toda su familia fue enterrada bajo una gruesa capa de alquitrán. Ninguno sobrevivió, la erosión ya jamas desgastaría las infinitas dunas.
En este momento, después de saltar de un sitio a otro, el minúsculo granito llega aquí donde tuvo su hogar, y aunque no deja de ser el mismo rincón por el que ha ido todos estos años, pues la única diferencia esta en el nombre, él intuye algo más. En todos los sitios que visitó a lo largo de su corta existencia, en todas las casas que entró, lo único que obtuvo fue un escobazo lanzándolo fuera. Pero aquí, casi temen pisarlo, van con cuidado extremo, nadie quiere hacer sufrir al cansado viajero, incluso están los que le han buscado un sitio donde dormir, una caja pequeñita, de cristal, donde la gente puede ir a verlo. Se echan sobre el vidrio empañándolo, admirando el raro espécimen y cuando por fin se cansan llegan otros a relevarlos en las en las visitas.
El grano no se siente a gusto, por que aunque su nueva casa parece el desierto, no lo es. Pero que puede hacer si le es imposible aprovechar las corrientes de viento para ir a buscar el verdadero, las cuatro paredes, que le han dicho que son para protegerlo, lo impiden.
Años más tarde, una máquina de escribir que han puesto al lado del grano, a veces conversa con el y de lo más interesante que tecleo fue: Típico de los humanos. Primero se lo cargan para luego intentar salvarlo. Les sucedió con los animales y ahora que no quedan nos destruirán a nosotros.
LaRataGris.