Legado

23 septiembre 2019

A las nueve un pequeño clic. La máquina, hace mil años programada, se pone en marcha sin importar lo que le rodea.

Ella no se plantea si quedan humanos sobre la tierra, si alguien escuchara su retahíla, es fiel a la programación.

Suenan los acordes previstos, unos voces pregrabadas vuelan en un coro multitudinario mientras, una voz de barítono saluda a las generaciones futuras.

– … escuchando, mantienes vivo nuestro legado. Haces que nuestra vida no halla sido vana. Gracias por estar escuchando, mantienes vivo nuestro legado. Haces que nuestra vida no halla sido vana. Gracias por estar…

-Este- suena otra voz algo más leve- este es nuestro regalo al mundo- y lee un cuento de proporciones épicas.

Seguros de que alguien les habrá escuchado, otro clic, termina la grabación. En otro tiempo, cuando existían los humanos, alguien respira con orgullo. Acaba de grabar una historia que no será baladí, que se escuchara aeternum.

LaRataGris


Oiranecse

5 noviembre 2015

Los indios soidninoson tenían una palabra para nuestras vidas: Saritnem

Saritnem podía hablar del olor de la luz y los brillos del viento. Podía significar amistad, compromiso, legalidad, gobierno… Todo eso y más es saritnem. Algo que hoy nos puede sorprender pero que ellos mantienen vigente.

Muchos se preguntaran como pudieron definirnos desde hace siglos, mucho antes de que nos conociéramos. La respuesta es bien sencilla, en realidad hablaban de ellos mismos, de un pequeña porción de su gente. Pero el termino ha sobrevivido mejor que el pueblo soidninoson, readaptándose a la sociedad actual.

En un seminario sobre la tribu nos hablaron de su extraña concepción del mundo: Una rareza genética había actuado para que entendiesen la realidad de otra manera, algo distinto a nuestras sensaciones; como si fuesen sinestésicos saboreando colores y sonidos. Su forma de percibir la realidad es lo que enriquece su lenguaje, lo que consigue que nos fijemos en su cultura, en sus formas.

Pero seamos sinceros, el estar a punto de la extinción nos ha abierto las miras para poder escuchar a este pueblo al que nosotros hicimos desaparecer. Buscamos su error para no volver a cometerlo. Pero saritnem ya lo ha invadido todo, para mundos reales y prefabricados, para que no veamos la verdad ni del derecho ni del revés

LaRataGris


El hombre eléctrico

24 abril 2012

Lunes. Solo es una referencia de casualidad para el hombre eléctrico. Cualquier otro día hubiese hecho saltar la misma alarma. Se habría puesto en pie y con un delicado beso biomecánico le hubiera susurrado a su compañera- despierta, cariño. Es un referencia de casualidad precioso.

Esther se hace la remolona, deja correr el tiempo exacto para las caricias programadas en su amante y, justo después, se despereza mientras el prepara un nutritivo desayuno a base de naranjas, café y tostadas de mantequilla y mermelada de fresa.

Martes. Se repite.

Miércoles. El hombre eléctrico la despide desde la ventana. Sonríe y lanza un amor soplando sobre la palma de su mano.- Contaré cada segundo- y Esther desaparece mientras el se desconecta en el armario de la entrada, quiere estar perfecto para cuando ella regrese. Su mente de placas cerebrales flota inexpresiva entre tiempos cronometrados para saber cuando tiene que volver a la vida. Un calendario de experiencias le insinuá con que actitud reaccionar a su llegada: Hoy vendrá hundida por alguna payasada de su jefe. Recopila algunas baladas y su mente ordena al fuego que se encienda en la chimenea.

Jueves. Cada paso medido.

Viernes. Se despierta antes de tiempo. La casa parece un mausoleo, solo su vida sobrevive aunque no sea real. Busca el fallo del sistema que le ha hecho levantarse tan pronto pero, cuando lo encuentra, decide no repararse. Su carcasa se ha llenado de aire. Sin ordenes archivadas se limita a estar allí, mirando las paredes con la única intención de esperar a Esther. Cuando llega realiza todos los movimientos adecuados sin decir una sola palabra de su problema de conexión. Todo sigue igual.

Sábado. Ella se va y el sale del armario en cuanto escucha cerrarse la puerta.

Domingo. -Y si todos somos hombres eléctricos, incluso las mujeres- Busca conspiraciones en las horas muertas- solo la mitad son reales o puede que la humanidad se halla extinguido y nosotros repetimos sus acciones sin saber que le debemos obediencia a un fantasma.- En ese instante decide vigilar a su ama con frialdad calculada. Ella también se repite en cada referencia de casualidad, como el. Nunca intenta reprogramar algo fuera de lo común. Se Podría decir que sus dudas y pensamientos son algo mas humano que la misma existencia de Esther.

Lunes. Solo es una referencia de casualidad para la mujer eléctrica.

Martes. Se repite. Nada le hace sospechar del dulce autómata. Tan caballero como siempre, un calco de la promesa publicitaria- Venza su soledad por unas cuotas insignificantes- Se había llegado a sentir tan fea antes de conocerlo. Su mejor compra y, si algo había cambiado, era para mejor. Lo sentía mas lleno de vida, atento a todo lo que ella hacia, entonces ¿por qué no podía disfrutarlo?

Miércoles. La mujer eléctrica despide la sombra de la ventana.

Jueves. Cada paso medido. La referencia de casualidad no es distinta a la anterior. Como un ballet que ha sido ensayado por media vida; los arrumacos justos, las caricias pertinentes mientras vigilan sus espaldas.

El trabajo es un lugar aburrido, el sitio perfecto para que vuele la imaginación. Se sienta tras la mesa imitación a madera, huele el tacto de la misma y una sensación de normalidad la ahoga. Su vida se puede comprar en los mismos almacenes. – Molly- grita por el interfono- necesito la factura del hombre eléctrico. Quiero saber todo lo que compre ese día.

Viernes. Se despiertan antes de tiempo.

Sábado. El se queda y ella se esconde tras el ruido de la puerta del aerocoche. Espera un día entero, como si se hubiese ido a trabajar. Vigila las sombras de las ventanas, observa como el hombre eléctrico no parece hacer nada en concreto mientras olvida cargarse.

A su regreso la espera en el armario, con los ojos cerrados y los músculos distendidos. Se activa con su presencia y ambos se sonríen.

Domingo. Y si todos somos mujeres eléctricas?

Abril. El hombre de la compañía dibuja gráficas en la pantalla, determina el correcto funcionamiento de los humanoides y decide que vidas renovar. Al azar, escoge varias referencias de casualidad, revisa las familias, la programación y elige que nuevas realidades poner a la venta para quien se sienta demasiado vacío. Se encarga de preservar los valores de la sociedad, mantener el sistema gracias a la perfecta sincronizacion de las parodias. A su espalda un refrito de viejas series televisivas ayudan a mantener la moral alta. Selecciona en el catalogo varias ficciones policiales, las retransmitirán en hora de máxima audiencia para que algunos quieran borrar sus recuerdos, que se recreen en otra realidad mas adecuada. Los hombres y mujeres eléctricos necesitan pagar nuevos estímulos, no encasillarse en el mismo papel por toda una vida.

LaRataGris


El último grano de arena del desierto

18 marzo 2009

Un día el último grano de arena del desierto, aprovechando una fuerte ráfaga de viento, se marchó. Claro que por aquel entonces ni era el último ni fue importante su viaje. Hoy las dos cosas son de vital significación. La primera por convertirle en especie protegida y la segunda por que el irse lo salvo de la aniquilación.

Cuando se construyó la ciudad, toda su familia fue enterrada bajo una gruesa capa de alquitrán. Ninguno sobrevivió, la erosión ya jamas desgastaría las infinitas dunas.

En este momento, después de saltar de un sitio a otro, el minúsculo granito llega aquí donde tuvo su hogar, y aunque no deja de ser el mismo rincón por el que ha ido todos estos años, pues la única diferencia esta en el nombre, él intuye algo más. En todos los sitios que visitó a lo largo de su corta existencia, en todas las casas que entró, lo único que obtuvo fue un escobazo lanzándolo fuera. Pero aquí, casi temen pisarlo, van con cuidado extremo, nadie quiere hacer sufrir al cansado viajero, incluso están los que le han buscado un sitio donde dormir, una caja pequeñita, de cristal, donde la gente puede ir a verlo. Se echan sobre el vidrio empañándolo, admirando el raro espécimen y cuando por fin se cansan llegan otros a relevarlos en las en las visitas.

El grano no se siente a gusto, por que aunque su nueva casa parece el desierto, no lo es. Pero que puede hacer si le es imposible aprovechar las corrientes de viento para ir a buscar el verdadero, las cuatro paredes, que le han dicho que son para protegerlo, lo impiden.

Años más tarde, una máquina de escribir que han puesto al lado del grano, a veces conversa con el y de lo más interesante que tecleo fue: Típico de los humanos. Primero se lo cargan para luego intentar salvarlo. Les sucedió con los animales y ahora que no quedan nos destruirán a nosotros.

LaRataGris.


Hacia la extinción

22 febrero 2009

Hacía la extinción